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CONSECUENCIAS DEL PECADO EN EL SER HUMANO

Depresiones, inseguridad, temores, angustia, iras, tristezas, tensiones, injusticia; la persona comienza a ser más callada, a buscar medios que ahoguen su amargura (fiestas, parrandas, borracheras, prostíbulos, etc.).

Su encerramiento queda descubierto al decir:

“No se metan con mi vida”, “yo soy así”, “yo no soy un niño”, “nadie es santo”, “yo tengo que gozar mi vida”, “eso se llama ser hombre”. “Ustedes gozaron, déjenme gozar a mí”, “¡qué le importa a ustedes!”.

El hombre cuando se separa de Dios se empobrece y pierde todo sentido de orientación en su vida.

Le pasa como a la rama en relación al tronco, a mayor separación menos savia recibe la rama y, por tanto, menos vida tendrá; sus hojas, de un verde se tornarán pálidas y amarillentas, para dar paso finalmente al negro de la muerte.

“No es culpa del sembrador, ni es culpa de la semilla, la culpa estaba en el hombre y en como la recibía”. El sembrador es el Señor que intenta sembrar siempre la semilla de su Palabra en tu corazón.