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HIJAS DE DIOS

Hoy voy a platicar contigo sobre un concepto que me hace sentir orgullosa, que me impulsa, pero que también me hace pensar en un gran compromiso. Ese concepto es el saberme hija de Dios. Y tú, querida amiga, también eres hija de Dios.

“…el que no se sabe hijo de Dios, desconoce su verdad más íntima, y carece en su actuación del dominio y del señorío propios de los que aman al Señor por encima de todas las cosas”. (Josemaría Escrivá, Amigos de Dios, n 26.)

Y tú, amiga, ¿Eres consciente de esta verdad? ¿Te sabes hija de Dios? ¿Compartes tu vida y tus sueños todos los días junto a Él? ¿Se nota en ti la coherencia de vida entre la fe que profesas, el mensaje de Jesucristo y tus respuestas a la vida? ¿Te sientes feliz de ser hija suya? ¿Por qué crees que es tan necesario que las mujeres perseveremos y difundamos el evangelio del amor?

Podría hacerte una extensa exposición de cómo está el mundo, o pasarme horas dándote ejemplos de la forma en que la mujer misma contribuye a la caída de los valores espirituales más grandes que te hacen verdaderamente ser. En lugar de ello, prefiero que veas dentro de ti misma y te plantees algunas cosas:

- Las hijas de Dios que se recogen a diario para escuchar aquello que Dios pide de ellas todos los días, son mujeres que se vuelven más conscientes de su fuerza moral para espiritualizar a los hombres, especialmente a aquellos que se les concede llevar en su seno.

- Las hijas de Dios que comparten su sueño y su vida con El todos los días, piensan constantemente que cada triunfo, cada logro y cada conquista son para mostrar la Gloria de su reino.

- Las hijas de Dios que dicen tener fe y relación con Dios en la persona con Jesucristo, son más capaces de modificar sus actitudes, volverse más delicadas en su conducta hacia los demás, ofrecer su dolor por la cruz con completa alegría y desarrollar una personalidad fuerte sin dejar de ser femenina. Eres mujer al cuadrado, ¿me explico?

- Las hijas de Dios que se vuelven conscientes de la necesidad tan urgente de evangelizar al mundo de Nuevo, no tienen miedo a ser mujeres valientes que exhortan con su comportamiento a las otras a sacar toda su capacidad para amar, y ayudar a las amigas a descubrir valores.



¿Qué es la filiación divina?

“Yo voy a hacer algo Nuevo, y verás que ahora mismo va a aparecer. Voy a abrir un camino en el desierto y ríos en la tierra estéril” (Isaías 43:19).

El momento de tu nacimiento, la víspera de tu llegada ya Dios te había amado y bendecido. Por eso el día de tu bautismo fue una verdadera fiesta, pues en ese instante los dones del Espíritu Santo fueron sellados en tu alma con toda su fuerza y te dejaron capacitada para penetrar en la intimidad divina. Hemos sido creadas para entrar en comunión con Dios mismo, ya en este mundo. Esta es nuestra mayor dignidad y debería ser nuestro mayor descubrimiento.

Dios te ama por ser quien eres y como eres. ¡Imagínate, Él es tu creador! Cada día que pasa, delicadamente te hace un llamado a que salgas a su encuentro. Con tu libertad interior accedes o no. Cuando accedes y unes tu pensamiento a su fuerza, nace un diálogo misterioso, confiado, fuerte e intenso y que te invita sobre todo a amar y dejarte amar. Esto es “participar” junto a Dios de su intimidad con la gracia que nos da el Espíritu Santo. Tu intimidad humana de la mano de esa intimidad divina es lo que puedes reconocer como filiación divina (identificación-parentesco). ¡Que hermoso es redescubrir que hemos sido creadas para poder tener esa comunión sobre-humana con Dios!

Una vez leí unas palabras en Camino de Mons. Josemaría Escrivá que cambiaron mi vida. ¿Quieres saberlas?

Que busques a Cristo,
Que encuentres a Cristo,
Que ames a Cristo….

El puede hacer que re-descubras tu alma. Para mí eso es ser hija de Dios: buscarlo, encontrarlo, amarlo. Y para ti ¿Qué es ser hija de Dios? No me des la respuesta, dátela a ti misma, pero especialmente dale esa respuesta a tu Padre, que es también el mío.

Bibliografia:
www.encuentra.com

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