Click en la Imagen y Firma

¿Cuál es el reto?

Teresa Valentí Batlle M.C.J.

Cuando era joven tuve que orar y luchar mucho para que me dejaran pasar la noche en los poblados de Suka (Congo). La Comunidad decía: eso no lo hemos nunca; es trabajo de los padres; eres joven y te pueden violar, etc”. Yo escuchaba y me decía: “Si es voluntad de Dios, nadie lo impedirá”.

Había muchos enfermos que no podían llegar a la Misión, niños tuberculosos que no recibían tratamiento, otros con paludismo, parásitos etc. Y como Dios lo quiso, me bendijo a través del Obispo de Popokabaka, un jesuita comprensivo, que entendía que mi opción era llegar a evangelizar, donde nadie había llegado. La Palabra leída y rumiada me ayuda a ser yo misma, a dejar los legalismos y a seguir los dictados de mi conciencia.

Aquellos caminos que parecían extraños, no propios de una mujer, fueron asimilados, aunque muy lentamente, por las personas que antes se oponían. La superiora local, una mujer que entendía de riesgos, me animaba y decía: “Eso llegará.

Teresa, ¡no sufras tanto!”. Llegó después de haber caminado cinco meses sin dormir en los poblados. Había días que recorría de nuestra casa a Kibunda (ida y vuelta, 34 Kms.) Cruzaba un riachuelo que me servía de alivio, con mi bata mojada hasta el cuello caminaba y a los diez minutos estaba seca.

¡Tanto era el calor! Reposaba un poco y subía a la montaña. Desde la cima me veían y bajaban a buscarme. Después de cumplir con mi trabajo regresaba a casa.

Jamás me he arrepentido de la opción que elegí. La Palabra de Dios me fortalecía y soñaba mientras caminaba, cantaba y oraba. Todo me parecía lo mismo. Mi paso era certero, sabiendo que todos aquellos poblados por donde pasaba, serían un día evangelizados. Unos siembran y otros recogen, dice el Evangelio.

La llamada que nos hace Jesús es de forma personal y comunitaria, hay que estar dispuesta a abandonarlo todo. La sociedad actual exige un cambio, no es solamente un problema de formas, sino también de fondo.

Hay que superar el miedo y arriesgarse a formas nuevas de ir por la vida. Remar hacia el manantial profundo de nuestro corazón, para poder regar la tierra con el amor de Jesús.

El miedo conduce a cerrarse sobre sí. La misión de “pescar” es la de evangelizar la humanidad en un contexto de absoluta generosidad, desinterés y confianza en Dios. “Hay que sacar las barcas a tierra” (Lc. 5, 1-11), abandonarlo todo y caminar con alegría hacia los alejados y desfavorecidos.

No hay comentarios: