Comparto con los amigos lectores lo que considero observaciones curiosas sobre algunas de las distintas etapas del desarrollo del ser humano. Acertadas o no, pienso que algo tienen de razón. Todo esto a propósito de “Dando una mano al joven”.
Entre otras cosas, he advertido que el niño o niña percibe el tiempo casi siempre como un presente, no visualizando propiamente el pasado y el futuro. Lo que realmente le interesa es lo inmediato (“Yo quiero correr, quiero jugar.”). Esta actitud delata que en ocasiones se deja guiar por caprichos o impulsos del momento.
El adolescente por su parte, lo siente como una curiosidad desmedida, perdiendo de vista los límites de la vida (“Yo no soy un niño para que no pueda saberlo.”). El joven de 18 a 22 años, lo ve como una conquista alcanzada y esperada (“Yo soy grande y hago lo que quiera.”). El adulto, lo experimenta como una gran y seria responsabilidad en la vida (“Hay que echar pa´lante.”). Es esta mentalidad lo que lo distancia de los casos anteriores, pues teniendo un proyecto de vida, jerarquiza su tiempo, define metas, criterios, estrategias, pasos y evalúa su esfuerzo contando con Dios y los demás. Por último, el de la tercera edad, noto que lo aprecia como una añoranza (“Yo recuerdo aquellos años.”). Cierto o no, pero dicen que un signo de vejez es cuando comenzamos a echar de menos el pasado. Bueno, opiniones habrán.
Opino que los criterios que favorecen una mejor formación o relación con los jóvenes son:
No comparar
Valorar su esfuerzo
Mucha paciencia
Consejos cortos
No complacerle en todo.
Acompañar en los momentos de alegría y de tristeza.
Premiar una buena acción podría convertirse luego en un instrumento de chantaje. Reconocer y destacar lo correcto es mucho mejor.
No desaprobar todos sus gustos, allana en ocasiones el camino de la apertura y reflexión.
Escuchar más que hablar lo hace sentir valorado y comprendido.
Intentar corregir todo de un golpe no es correcto.
Que capte que lo aman, que lo valoran, que creen en él o ella, sin caer en la ingenuidad. El valora mucho la imagen que tienen de él.
Elegir el momento apropiado y a sola favorece mucho a la hora de hablar.
El buen ejemplo de sus padres se convierte luego en un elemento reflexivo para él.
Finalmente, dirijo esta invitación al joven que le pueda interesar:
Vivir de la violencia siempre te ofrecerá un camino corto para el fracaso, para el rechazo, para el aislamiento. La bendición de Dios, por el contrario encenderá tu corazón, el Señor Jesús es la verdadera vida, capaz de transformar verdaderamente tu tristeza en alegría. Somos muchos los que ya la tenemos y buscamos que otros la reciban. Te aseguro que jamás habrás probado la experiencia que se tiene con él. El secreto de la eterna juventud descansa en él, ¡acércate a él!
El autor es sacerdote, Director de Radio Luz 93.7 FM
y www.radioluzimpacto.com
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