Santo Domingo
¡Bienaventurados los que sufren porque ellos serán consolados! ¡Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque también serán saciados! ¡Bienaventurados los pobres, porque de ellos es el Reino de los Cielos! En este Sermón en la Montaña, Jesús asiste al hombre y le inspira a tener fe en su Evangelio, y asegura que con su advenimiento el hombre no estará solo, le acompañará siempre la esperanza y la certeza de un mundo mejor. Las promesas de Jesús son inapelables, ya que son refrendadas con su vida misma.
Sin embargo, muchos se preguntan ahora ¿por qué existe tanta inseguridad en el mundo? La respuesta viene de la mano. Jesús nos ha prometido un mundo nuevo y así será, quiera el hombre o no. Lo primero es que la Voluntad de Dios es que sus hijos sean felices, y por eso consintió su Padre que viniera su hijo Unigénito a la vida para absorber los errores -pecados- del hombre, y de esa forma limpiarlo y prepararlo para ser habitante selectivo en ese mundo nuevo. Luego de esto ha de comprenderse de forma lógica, que el sacrificio de su pasión y muerte no puede ser vana, como tampoco ser entregado dócilmente a los aspectos del mal.
Para evitar que el mal se apodere del mundo y de todos existen legiones de seres que están fortalecidas para defender la obra de amor iniciada por el Maestro Jesús. Asimismo, entender que la unión de Cristo en Jesús ha sido la más grande epopeya de amor en el mundo. Unidos en amor, estas Excelsas Conciencias en sus Prístinas e Inmaculadas Esencias ofrecen el resultado de fusión en servicios a la humanidad, jamás registrada en los anales de la historia; y por demás, compendian los más relevantes sucesos que expresan el amor; por tanto, esto ha sido lo máximo para la conquista del ser y su felicidad.
Los esfuerzos de Jesús Cristo, referentes a descender sus vibraciones para encarnar en un mundo denso, poblado de maldad, han fundamentado toda una égida, donde el hombre permanezca seguro y sin tropiezos por la cortapisas y señuelos que le pone el astuto tentador, provocándole al hombre la inminente caída al abismo del dolor.
Conociendo entonces este inmenso compromiso de Jesús con el hombre -hermano- no existen motivos para que las sombras del mal obstaculicen u oculten el crisol de los radiantes espíritus que se expresan Como Jesús y Cristo. Más allá del dolor, del hambre de justicia, de la pobreza y del sufrimiento, existe el Sol que inunda con Luz y Amor al Mundo; y es en ese Sol Central, morada también de Arcángeles y Querubines, que se ambientan e iluminan con su Elevadas Auras la nueva casa donde morarán por eternidad los hijos dilectos del Padre Madre Dios.
Sean, pues, bienvenidos a la Casa del Señor, quien los espera con gozo por haber permanecidos firmes a sus leyes de amor, de servicios al prójimo y a su causa de redención.
¡Bienaventurados los que sufren porque ellos serán consolados! ¡Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque también serán saciados! ¡Bienaventurados los pobres, porque de ellos es el Reino de los Cielos! En este Sermón en la Montaña, Jesús asiste al hombre y le inspira a tener fe en su Evangelio, y asegura que con su advenimiento el hombre no estará solo, le acompañará siempre la esperanza y la certeza de un mundo mejor. Las promesas de Jesús son inapelables, ya que son refrendadas con su vida misma.
Sin embargo, muchos se preguntan ahora ¿por qué existe tanta inseguridad en el mundo? La respuesta viene de la mano. Jesús nos ha prometido un mundo nuevo y así será, quiera el hombre o no. Lo primero es que la Voluntad de Dios es que sus hijos sean felices, y por eso consintió su Padre que viniera su hijo Unigénito a la vida para absorber los errores -pecados- del hombre, y de esa forma limpiarlo y prepararlo para ser habitante selectivo en ese mundo nuevo. Luego de esto ha de comprenderse de forma lógica, que el sacrificio de su pasión y muerte no puede ser vana, como tampoco ser entregado dócilmente a los aspectos del mal.
Para evitar que el mal se apodere del mundo y de todos existen legiones de seres que están fortalecidas para defender la obra de amor iniciada por el Maestro Jesús. Asimismo, entender que la unión de Cristo en Jesús ha sido la más grande epopeya de amor en el mundo. Unidos en amor, estas Excelsas Conciencias en sus Prístinas e Inmaculadas Esencias ofrecen el resultado de fusión en servicios a la humanidad, jamás registrada en los anales de la historia; y por demás, compendian los más relevantes sucesos que expresan el amor; por tanto, esto ha sido lo máximo para la conquista del ser y su felicidad.
Los esfuerzos de Jesús Cristo, referentes a descender sus vibraciones para encarnar en un mundo denso, poblado de maldad, han fundamentado toda una égida, donde el hombre permanezca seguro y sin tropiezos por la cortapisas y señuelos que le pone el astuto tentador, provocándole al hombre la inminente caída al abismo del dolor.
Conociendo entonces este inmenso compromiso de Jesús con el hombre -hermano- no existen motivos para que las sombras del mal obstaculicen u oculten el crisol de los radiantes espíritus que se expresan Como Jesús y Cristo. Más allá del dolor, del hambre de justicia, de la pobreza y del sufrimiento, existe el Sol que inunda con Luz y Amor al Mundo; y es en ese Sol Central, morada también de Arcángeles y Querubines, que se ambientan e iluminan con su Elevadas Auras la nueva casa donde morarán por eternidad los hijos dilectos del Padre Madre Dios.
Sean, pues, bienvenidos a la Casa del Señor, quien los espera con gozo por haber permanecidos firmes a sus leyes de amor, de servicios al prójimo y a su causa de redención.
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